Corría el año 1.985, ahí es nada, y una etapa acababa para mí, dejaba este Centro, abandonaba aquel “I.B. LOS ALCORES”, que tanto bueno ha sembrado, para iniciar mis estudios universitarios. Volví más de veinte años después y lo hacía como madre de alumna.
Aquel día, cuando subía la escalera, un escalofrío recorrió mi alma y mi corazón. Pisaba de nuevo “mi Instituto” para matricular a la primera de mis hijas. Cuánta emoción, qué alegría sentía sabiendo que este Centro, que nació materialmente tan vacío pero con una riqueza humana tan grande, iba a ser el lugar donde mis hijas se formaran.
Todo era nuevo para mí, más bien distinto, pero tenía clarísimo que la formación académica no se reducía a una obligación para los alumnos, sino también para la familia. Nunca he sido “madre de puerta de colegio”, aquella que pretende arreglarlo todo desde fuera. Tengo la certeza de que la preparación de nuestros hijos debe traspasar los muros del centro escolar y llegar a los hogares, y es en casa donde debemos crear las bases para que la educación se desarrolle y complementar así la formación que reciben en los centros. Y esto se consigue, entre otras cosas, aprovechando la oportunidad que se nos da a los padres de poder formar parte del Consejo Escolar. Y aquí estoy, desde hace bastantes años, siendo fiel a mis ideas, agradeciendo este honor y despidiéndome.
Durante todo este tiempo he intentado cumplir con el compromiso que asumí hacia los padres. Os aseguro que ganas y voluntad no me han faltado. Todo lo que he podido aportar lo he hecho pensando en todos y cada uno de los alumnos que han pasado y pasarán por aquí. Y, sobre todo, porque he encontrado un grupo de personas que piensan como yo, y es que entendemos que invertir tiempo y esfuerzo en educación nos garantiza un mundo mejor para todos.
Decía Virgilio, poeta latino, “Ellos pueden porque creen que pueden” y eso es lo que sucedió aquí hace unos años cuando un grupo de profesores, con Gracia Carrión al frente, no sabían que podían, sino que creyeron que era posible una realidad distinta para este Centro. Y he ahí los resultados y el cambio es evidente. Ya sabéis cuánto me alegro.
Por todo esto y más, quiero dar las gracias: al equipo de dirección y al claustro de profesores por su vocación y trabajo; a los alumnos por su interés; a los padres por su dedicación; al Ayuntamiento por sus aportaciones y al AMPA por su colaboración incansable. Todos remando en la misma dirección y con un único objetivo: aumentar la calidad en la enseñanza de nuestros jóvenes.
Esta es la carta de presentación de este IES LOS ALCORES, de Mairena del Alcor, y es por ello por lo que me siento orgullosa, tremendamente orgullosa de haber formado parte de esta gran comunidad educativa. Para mí ha sido un “trabajo gustoso”.
¡Qué bien me he sentido aquí! ¡Qué bien me habéis tratado! ¡Qué penita tener que dejaros…!
Solo me queda ya desearos lo mejor para cursos venideros.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
EZEQUIELA BENÍTEZ ISORNA.
Junio, 2018. Mairena del Alcor.